martes, 1 de noviembre de 2011

Celebramos la (tenue) esperanza

1/11/11: "Todos los santos" es una fiesta que me gusta especialmente, porque es la fiesta de la esperanza. Hoy la esperanza se hace tan palpable, tan palpable, que casi desaparece (como desaparecerá en el Cielo). Es además, una fiesta del recuerdo, la conmemoración. Una rebelión contra el olvido. Y en el recuerdo hay una mezcla de alegría y tristeza que ni siquiera desaparece con la esperanza. "Sólo aceptando la tristeza podemos aprender a descubrir en la tiniebla la esperanza", dijo Ratzinger tal día como hoy. La esperanza brilla particularmente en esa oscuridad, pero es siempre un brillo tenue, que hay que buscar y descubrir. Y Ratzinger (¿cómo lo hace?) sigue diciendo: "la tristeza, el dolor asumido, nos purifica y nos hace madurar, y nos ayuda a ver mejor las perspectivas de la vida: nos enseña a volvernos cada vez más a lo eterno. Nos ayuda a co-amar y a co-padecer con quienes allí sufren".
Hoy es un día para mirar al Cielo y unirnos a quienes ya se lo han currado y pedirles que nos hagan un hueco. Que no queremos ser molestos, ni perturbar su gloria, pero que nos miren especialmente, que oigan nuestras súplicas, que hagan efectivo su enchufe y, ya que nos acordamos de ellos y les reconocemos sus méritos (y aunque reconocérselo no sea mérito nuestro), hagan algo por nosotros. Yo ya les he pedido mi deseo. Una o dos cosillas; no quería ser demasiada molestia. Ya ellos harán. Al menos estoy segura de que mi petición será más efectiva que cuando confiaba mis sueños a una estrella.

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