miércoles, 30 de marzo de 2011

Una vida en un día

Sólo hay luna llena un día al mes. Lo demás es oscuridad, búsqueda... y regresión. Pero hay luna llena. Pero sólo un día.


20. I. 2011

Un día de pensamientos fragosos:

suicidios, sufrimientos, despedidas,

más ese dolor punzante de saber

que yo no soy ajena a todo aquello,

que eso que veo en los demás me mira

con ojos de verdugo, fulminantes,

“no son otros, eres tú, son tus actos”.

Todo el día cargando con un peso,

arrastrando en mi bolso la tristeza,

tomando unos apuntes sin sentido

del sentido del ser y su patencia.

Cae la tarde; el frío que fustiga

con saña la carne, hiela hasta el alma.

Aun así no quiero volver a casa.

Y es entonces cuando por primera vez

la Filosofía cumple su augurio

y el mochuelo de minerva despunta

el vuelo: en Ciencias hay un concierto,

¡guitarra, saxo, batería, bajo!

Estruendos de aplausos. Se acaba todo

y con un gozo nuevo vuelvo fuera

dispuesta a emprender una nueva lucha.

De camino a casa aparece, arriba,

blanco sobre negro, como esculpida,

la luna llena en la que leo claro

que a pesar de todo aún nos queda ella,

el jazz, la música, la poesía,

¡la esperanza de un sol que presta su luz

a los astros ciegos del firmamento!

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