Recojo una anécdota contenida en El diablo es conservador de Alejandro Llano. Yo no diré nada al respecto, seguramente el Duque de Camelot tiene mucho más que decir.
Anciano y ciego, el escritor argentino Jorge Luis Borges se encontraba ante una audiencia multitudinaria en la Universidad limeña de San Marcos. La revolución -provocada esta vez, curiosamente, por militares- parecía estar de nuevo a la orden del día, e impregnaba el ambiente académico de ese tono irreal y crispado que algunos conocemos bien. Los estudiantes insultaban a Borges porque algunas de sus recientes declaraciones chocaban clamorosamente con la ortodoxia revolucionaria que aquellos universitarios se sentían obligados a obedecer. Tras largos minutos de escándalo, durante los cuales Borges contemplaba el vacío con su mirada ciega, se hizo por fin el silencio. Borges comenzó a hablar de literatura con voz queda y quebrada. La luminosidad y la belleza comparecieron. El auditorio pasó de la rabia a la fascinación. Terminada la conferencia, llegó el turno de preguntas. La primera valió por todas: «¿Cómo es posible que un hombre tan culto e inteligente como usted, señor Borges, se empeñe en oponerse al curso de la historia?». La respuesta no tuvo desperdicio: «Oiga, joven, ¿no sabe usted que los caballeros sólo defendemos causas perdidas?».
Por fin me atrevo a dejar un comentario en este blog... quizá por lo que has escrito, quizá para recomendarte que te leas las memorias de Alejandro Llano.
ResponderEliminarUn saludo!
Raquel, me alegra ver tu comentario. :)
ResponderEliminarLo de las memorias, no lo sé, no lo sé, aún no me interesan mucho. Quiero algo distinto a Llano, la verdad. Al menos por ahora.
¡Las memorias...! (Reverencia) Bueno, fuera de bromas, me encanta esta entrada. Me encanta el mensaje urgente de Mafalda y me hace muchísima ilusión que estés empezando a cogerle gusto al blog.
ResponderEliminar