Todo pecado es, en el fondo, una forma triste de perder el tiempo. Ahora, cuando el pecado es precisamente perder el tiempo... ¡doble tristeza! Y qué sabor tan amargo deja.
sábado, 20 de agosto de 2016
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario