¡Contemplad el objeto de oro más bello sobre la tierra!
O eso fue lo que dijo Robin Lane Fox al contemplar esta corona de mirto en un museo. Se dice que no pudo contener las lágrimas al verla. Suena excesivo, pero lo entiendo bien. Yo también me conmoví al mirarla de cerca, casi al final de una fascinante exhibición sobre los griegos en el Museo de la National Geographic. Y es que esta pieza de oro no es una pieza cualquiera. Es del siglo IV a.C. y fue encontrada en la tumba de Filipo II, el padre de Alejandro Magno. Se dice que esta delicadísima corona de mirto pertenece a Meda, la quinta esposa de Filipo, que se lanzó a la pira funeraria donde estaba el cuerpo de su difunto esposo. Alejandro Magno, al ver esta muestra de fidelidad y piedad marital, decidió que el cuerpo de Meda fuera enterrado junto al de su padre, y le mandó a hacer esta corona de oro en su nombre.
La corona es, sin duda, un objeto preciosísimo, pero habría que ver el resto de tesoros, mucho más antiguos, que muestran la destreza de los griegos para trabajar el oro con una finura que pareciera que sólo podría lograrse con técnicas modernas. Los grabados en monedas y, especialmente, los anillos son un botón de muestra del genio artesanal griego.
Esto, sólo por mencionar algo que para mí era desconocido. Luego habría que ver las armas, las cerámicas con las historias de la Ilíada, las estelas funerarias, los bustos, los bajo relieves, los restos que dan cuenta de los Olímpicos y el sistema político, etc., que hacen que "Los Griegos" sea, definitivamente, una de las exhibiciones arqueológicas más vivas y emocionantes que he visto en un Museo, que consiguen hacerte sentir la experiencia de viajar en el tiempo. El gran mérito de la exposición está en conseguir dar a conocer a los personajes que se esconden detrás de los objetos aparentemente anónimos hallados en una excavación. Y cuando esos personajes son Los Griegos, ese encuentro no puede ser más que fascinante.
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