lunes, 25 de octubre de 2010

Los versos más míos

La vida del lector está llena de momentos gloriosos. Es la gloria que se le roba a los autores cuando han sabido expresar con maestría lo que tú llevas años pensando, sintiendo, sin haber logrado materializarlo en palabras. Esos momentos de luz son los motores de la lectura, los mayores placeres que en ella se encuentran. Es como si aquella expresión en realidad fuese tuya, como si fuera el escritor el que te la hubiera robado: ["I felt he found my letters and read each one out loud..."]. Esos momentos, para quienes son peregrinos en busca de no-se-sabe-qué, se agradecen como el agua fría cuando se tiene sed.

Eso es lo que me ha pasado esta semana al leer esta poesía de José María Pemán. ["He sang as if he knew me in all my dark despair..."] No sé de crítica poética, pero me encanta. Es sencilla, lúcida y dice en dos estrofas lo que no he sabido decir en miles de horas. La leí... y aún le doy las gracias a Pemán. No es que solucione nada, porque no hay nada que solucionar. Es simplemente luz. Y nada como la claridad en las noches oscuras.


Señor: yo sé de la belleza

Señor: yo sé de la belleza
Tuya, porque es igual
al hueco que en mi espíritu
tiene escarbada la inquietud sin paz.

Te conozco, Señor, por lo que siento
que me sobra en deseo y en afán;
¡porque el vacío de mi descontento
tiene el tamaño de tu inmensidad!

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