sábado, 30 de octubre de 2010

I still haven't found what I'm looking for


En España dicen /udos/: casi una herejía. Wikipedia dice que se pronuncia /ju.tu/. Pero es igual. Aquí o allá, en español o en inglés, ahora y entonces (those 80's...), siguen siendo igual de buenos. Sin duda, entre los mejores. Esta: Una canción para todos los tiempos. Para todos los que nos sentimos caminantes.

lunes, 25 de octubre de 2010

Los versos más míos

La vida del lector está llena de momentos gloriosos. Es la gloria que se le roba a los autores cuando han sabido expresar con maestría lo que tú llevas años pensando, sintiendo, sin haber logrado materializarlo en palabras. Esos momentos de luz son los motores de la lectura, los mayores placeres que en ella se encuentran. Es como si aquella expresión en realidad fuese tuya, como si fuera el escritor el que te la hubiera robado: ["I felt he found my letters and read each one out loud..."]. Esos momentos, para quienes son peregrinos en busca de no-se-sabe-qué, se agradecen como el agua fría cuando se tiene sed.

Eso es lo que me ha pasado esta semana al leer esta poesía de José María Pemán. ["He sang as if he knew me in all my dark despair..."] No sé de crítica poética, pero me encanta. Es sencilla, lúcida y dice en dos estrofas lo que no he sabido decir en miles de horas. La leí... y aún le doy las gracias a Pemán. No es que solucione nada, porque no hay nada que solucionar. Es simplemente luz. Y nada como la claridad en las noches oscuras.


Señor: yo sé de la belleza

Señor: yo sé de la belleza
Tuya, porque es igual
al hueco que en mi espíritu
tiene escarbada la inquietud sin paz.

Te conozco, Señor, por lo que siento
que me sobra en deseo y en afán;
¡porque el vacío de mi descontento
tiene el tamaño de tu inmensidad!

sábado, 23 de octubre de 2010

¡Absurdo de mí!

Sentados. "Tête à tête".

—¿Alguna vez has querido hablar de algo con alguien y no encuentras con quién?
—Uh huh...
—¿Qué es el blog si no es esto? Una pretensión de diálogo (semioculto, enmascarado) con nosotros mismos, una construcción de ese otro, que es un otro-yo -un superyó-, una farsa con la que pactamos porque sin ella no podríamos vivir, porque escribir es una necesidad y no podemos no comunicarnos.
—Uh huh...
—Una búsqueda de sí mismo, un anhelo de comprensión, porque para ver hay tomar distancia y esa distancia es alteridad, diálogo, escritura...
—Uh huh...
—No es sólo una cuestión de poner en limpio un caos de pensamientos, que sí, sí, también -más aún si el sentimiento de caos es habitual- pero quizá responde más a una tradición ancestral (que se remonta a conversaciones peripatéticas) arraigada en esa necesidad tan humana de hablar de lo más profundo que se lleva dentro.
—Uh huh...
—San Agustín, un hombre sediento, también lo hacia en los Soliloquios. Y escribía porque hablar con Dios es mucho, pero necesitamos materializar todo eso en otro tipo de diálogo que sólo se da en unas pocas -¡poquísimas!- ocasiones y creo que de algún modo siempre las estamos buscando... Cuando ese momento se da, querrías que nunca se acabara.
—Uh huh...
—Pero a todos nos cuesta encontrar ese quién, ese momento, esa ocasión... Con los temas para algo distinto, porque con ellos vivimos y luchamos constantemente, se identifican con nosotros, nos hacen y deshacen. ¿Qué es el blog si no esto? Un escape. Sin valor alguno ni interés, algo casi ilegítimo. Los soliloquios deben permanecer en lo más personal, las confesiones en las iglesias o en la intimidad de una conversación.
—Uh huh...
—Y entonces, ¿por qué la blogosfera, donde aterriza cualquiera sin piedad? Bueh... Al final, todo es un constructo poco sincero, un espejo al que me asomo de cerca buscándome de algún modo y en el que sólo queda mi aliento, no mi imagen. Sólo un aliento, el vaho sobre el que después escribo.
—Uh huh...
—Psee... Como una tabla de naúfrago. En sí misma no sirve para nada y nadie, más que el náufrago, se aferraría a ella.
—*sigh* Y aunque sea una basura hay que aferrarse a algo, ¿o qué?
—Uh huh...

lunes, 18 de octubre de 2010

Dersu Uzala (1975)


Concluir el ciclo de cine de Akira Kurosawa con Dersu Uzala es lo que yo llamo cerrar con broche de oro. Es una película preciosa, que trata de una de mis temáticas favoritas: la amistad. Está rodada en la gran Rusia y fue producida por la U.R.S.S, de modo que la unión entre lo ruso y el lejano oriente es verdaderamente fascinante.
En medio de la taiga -la selva rusa- se da el encuentro de un capitán ruso y un cazador chino, de la tribu Hezhen, que vive allí, en medio de la naturaleza. (Podéis encontrar un resumen completo de la película aquí). Entre ellos se forma una amistad, a lo largo de un camino juntos -al mejor estilo de Quijote y Sancho- que está hecho de silencios antes que de palabras. Es mucho más lo que se calla que lo que se dice. La amistad se consolida en los silencios, en una compenetración de almas que no precisa de discursos. El capitán Arseniev observa, escucha y por lo general calla, y se deja fascinar por la grandeza de espíritu de un hombre sencillo, ingenuo, con un corazón que recuerda al de un niño.
Dersu, el cazador, es un solitario que nunca se siente solo. Ha estado muchos años rodeado del sol, los animales, las plantas -esas "personas", como él mismo las llama- que lo acompañan siempre en su camino. Su sensibilidad es cautivadora, por una especie de halo de inocencia y sencillez que lo cubre. Su mirada es penetrante y aguda, sabe leer en la naturaleza y escuchar sus voces, anticipando con rapidez y certeza lo que vendrá y lo que otros podrán necesitar. Tendríais que conocerlo para saber de qué hablo. Es un personaje fascinante.
Dos hombres que viven en tiempos internos distintos -el uno de mentalidad primitiva, el otro un hombre culto, capitán, geógrafo...- pero que la coincidencia de un mismo tiempo externo y un mismo lugar ha logrado sincronizar tiempos anacrónicos en una amistad.
Esto es precisamente lo que más me ha gustado de la historia, pues aunque aparentemente no pasa nada -es al espectador al que le pasan cosas- logra plasmar con belleza lo que para mí siempre ha sido la amistad: una coincidencia "imposible" entre dos o más personas, que por destino, azar, providencia, han venido a caer en un mismo tiempo y lugar -¡entre las infinitas posibilidades!- y por una especie de chispa que nunca he sabido definir, que no se sabe muy bien de dónde viene, los tiempos de cada uno se acompasan, de modo que la unión de dos tiempos, ahora iguales, adquieren pretensiones de eternidad. Por eso la amistad, de algún modo, entraña un anhelo de "para siempre".
Entre Dersu y el capitán ese acompasamiento se da lentamente, mientras recorren diferentes sitios y viven momentos sobrecogedores en paisajes verdaderamente pictóricos, como su pérdida en la estepa, enorme y glacial, donde el cazador muestra, una vez más, su ingenio y grandeza de alma. Al final, cuando Dersu muere (no revelo nada que no se sepa al minuto uno), ese anhelo de eternidad que se encierra en toda amistad no se ve truncado, sino más bien consumado. Juntos no han vivido demasiado, pero sí lo suficiente. Han sido leales, se han comprendido mutuamente, han querido que el otro fuera feliz, aunque tuviera que mediar una separación de por medio. Y es que cada vez me convenzo más de que en una verdadera amistad, la separación no debe ser prueba sino más bien confirmación de ese "para siempre" del que antes hablaba.

martes, 12 de octubre de 2010

Nacidos en Neptuno

Hoy, en España: día del Pilar; en Colombia: día de la raza o, para algunos, de la Hispanidad. Me quedo con la Virgen, así que me alegra estar aquí. Aunque mi reciente visita a la Policía (por papeles de extranjeros) me ha dejado un sinsabor que todavía permanece. Por eso "la Hispanidad" me sabe a poco, a un algo de amargura. De ahí la reflexión.


En España, Ricardo Arjona es un cantante desconocido. Al principio me sorprendió, pero ahora lo entiendo. Su temática es demasiado "latina" y sus dramas son muy humanos, muy "nuestros". Son muchas las canciones que hablan de la pobreza, la violencia, la política, lo yankee... Para mí, una de las mejores es "Mojado", donde utiliza unos símiles preciosos para hablar de una realidad que ha condenado a algunos (y en esta palabra está toda la cuestión) a ser extranjeros en su propio mundo.
La policía de extranjería, las aduanas, las embajadas son sitios que me deprimen profundamente. No sólo por mí -y la sensación de que soy un delincuente, fomentada por las laaaargas esperas propias de estos sitios que me hacen tramar crímenes perfectos- sino por lo que veo, por los demás y sus miradas tristes, que encierran una mezcla de ilusión y amargura. Allí me distancio de lo que soy, de mi gente y mi "drama compartido", porque sé que mi posición es ventajosa frente a la de la mayoría, pues lo que para mí es casi un lujo para otros tantos es necesidad, exilio, huida, la búsqueda de una vida mejor, que mucho tiene de dudosa.
Hay muchas cosas al respecto que me enfadan y que nunca podré entender. El color de piel importa menos que el de un pasaporte y mientras que unos cuantos se pasean por el mundo entero sin problemas, como si de su patio se tratase, otros muchos tienen que justificar cada paso, hacer colas, gastar dinero y muchas veces verse humillados.
También me enfada que en estos asuntos no quepa "ser pobre, pero honrado", sino que todo se mueve por los hilos del dinero. "¡Bienvenido a nuestro país Tío Rico (o Gilito)! No nos importa si vienes a hacer de nuestra sociedad un sitio un poco peor". Basta con demostrar unos buenos ingresos para que no haya problemas, mientras que a tantos les cierran las puertas sus ingresos medios, nada extraordinarios, aunque sean genios y santos.
No sé, es un tema inconcluso, que aún no entiendo, al fin y al cabo, como diría Arjona:

Si la visa universal se extiende
el día en que nacemos
y caduca en la muerte.
¿Por qué te persiguen mojado,
si el cónsul de los cielos
ya te dio permiso?

martes, 5 de octubre de 2010

Nicolás Gómez Dávila

No sé quién me habló de él por primera vez, pero EGM me hizo interesarme por él y "El peso de la palabra" me lo ha dado -en parte- a conocer. Lo que sí sé es que cada vez más gente escribe sobre sus Escolios, más gente se ve capturada por su agudeza e ironía y son más y más los que buscan adentrarse en un pensamiento compuesto por pequeños fragmentos, o como él mismo diría “una composición pointilliste”. Sus aforismos están llenos de lucidez y sugerencias y, en el mejor de los casos, de buen humor; muchos son pequeños instantes de gloria, dardos que dan en el blanco. Es lo que trae consigo escribir de modo aforístico y el colombiano sabe jugar con cierta ambigüedad a su favor. Esta ambigüedad, que permite que todo aquel que se acerque a sus escolios saque de ellos lo que quiera, es lo a veces me genera algunas dudas, aunque no cuestiono su genio y su visión diáfana e ilustrativa, que abre nuevos horizontes al entendimiento. Por lo poco que he leído de Gómez Dávila, esto es lo que más me gusta: la reflexión que sus escolios suscitan. Para profundizar en su filosofía y su pensamiento en general, sus ingentes lecturas, su visión política, etc., son cada vez más los que se interesan por él. No es ese mi propósito; lo que haré será desdoblarlo, desarticularlo, quedarme en los “toques cromáticos de la composición”, sin tratar de vislumbrar el todo “pointilliste”. Mejor dicho, tomar sus aforismos como trampolín o excusa para el pensamiento, sin pretensión de fidelidad al autor. Creo que Gómez Dávila me lo perdonaría, pues él mismo dice: “las frases son piedrecillas que el escritor arroja en el alma del lector. El diámetro de las ondas concéntricas que desplazan depende de las dimensiones del estanque” (Escolios I, 26). Y ese estanque, que somos nosotros, necesita un movimiento continuo para que albergue vida y no podredumbre; necesita del oxígeno puro que exige el pensar, que fluyan como en un río las ideas.

Aquí, algunas de esas piedras:

—La libertad no es fin, sino medio. Quien la toma por fin no sabe qué hacer cuando la obtiene.

— Las perfecciones de quien amamos no son ficciones del amor. Amar es, al contrario, el privilegio de advertir una perfección invisible a otros ojos.

— No logrando realizar lo que anhela, el “progreso” bautiza anhelo lo que realiza.

— Tan imbécil es el hombre serio como la inteligencia que no lo es.

— La literatura toda es contemporánea para el lector que sabe leer.

— Escribir sería fácil si la misma frase no pareciera alternativamente, según el día y la hora, mediocre y excelente.

— La personalidad, en nuestro tiempo, es la suma de lo que impresiona al tonto.

— El máximo error moderno no es anunciar que Dios murió, sino creer que el diablo ha muerto.

— El estado moderno fabrica las opiniones que recoge después respetuosamente con el nombre de opinión pública.

— Ningún ser merece nuestro interés más de un instante, o menos de una vida.

— Mientras mayor sea la importancia de una actividad intelectual, más ridícula es la pretensión de avalar la competencia del que la ejerce. Un diploma de dentista es respetable, pero uno de filósofo es grotesco.

— El que se cree original sólo es ignorante.

— Nadar contra la corriente no es necedad si las aguas corren hacia cataratas.

— Las ideas se remozan con los años y sólo las más antiguas llegan a una juventud inmortal.

— Pocos reparan en la única diversión que no hastía: tratar de ser año tras año un poco menos ignorante, un poco menos bruto, un poco menos vil.

— Cuidémonos de llamar “aceptar la vida” aceptar sin resistencia lo que degrada.