viernes, 9 de julio de 2010

La paradoja de la felicidad


Como respuesta a uno de los comentarios de la entrada sobre las paradojas del Cristianismo, quería desarrollar un poco más una de ellas: "Para ser feliz hay que proponerse no serlo". Y es que ya sabía que podía entenderse mal. Lo que pasa es que la felicidad, al ser el fin al que todos tendemos, es un fin complejo, difícil de clasificar. Peculiar. Es algo que uno no puede proponerse, porque en cuanto se formula como propósito, se nubla.

Sin embargo, "proponerse no ser feliz" no equivale a "proponerse ser un miserable" o que Dios en realidad quiera que no seamos felices. Todo lo contrario. Si Dios quiere que todos nos salvemos y salvación no es otra cosa que la felicidad en plenitud, entonces quiere que seamos realmente felices, plenamente, aún aquí en la tierra. No obstante, la felicidad, que es un fin en sí mismo, no puede buscarse en directo, sino que es más bien la consecuencia de una serie, cuasi infinita, de pequeñas elecciones que -¡he ahí la paradoja!- nos hacen más felices cuanto más indirectamente apunten a la propia felicidad. Si no, se confunde fácilmente con el placer, y por ahí comienza el camino de perdición de muchas personas.

La felicidad se alcanza cuando no se busca, al menos cuando no se busca como tal, así en abstracto. La felicidad. Con sólo mentarla parece ser una fantasía, algo que se nos escapa de las manos. Por eso, cuando se piensa en "mi felicidad", "mi felicidad", "dónde está mi felicidad", nos volvemos fácilmente unos egoístas, pues parece que nunca la tenemos por completo... y así comienza la búsqueda del pote de oro detrás del arco iris. Podemos estar siempre buscando un imposible, ciegos, como el galgo persiguiendo con afán el conejo que nunca alcanzará. "Nacemos de la sed...", decía un poeta español que conocí en Medellín, y esa es nuestra condición. La insaciabilidad hace parte de nuestras vidas y la felicidad no es un bote que hay que rellenar. La felicidad es más un don que un objetivo, algo de lo que libremente debemos desprendernos para después dejarnos sorprender. Por eso, quizá ahora se entienda mejor, "para ser feliz hay que proponerse no serlo", hay que olvidarse de sí mismo y empeñarse en que los demás sean felices. Y recordar que en la tierra sólo tenemos pequeñas dosis del gozo pleno, que la felicidad no depende en exclusiva de nuestras propias fuerzas y que no tiene nada que ver con lo placentero, ni con el dinero, ni el poder, ni nada que pueda desaparecer o cambiar o que pese demasiado. Por eso Bías de Priene, que era un sabio y probablemente un hombre feliz, podía decir sin dudarlo "todo lo que tengo lo llevo conmigo" (para los latinos, "omnia mea mecum porto"). ¡!

3 comentarios:

  1. Marce, te cuento que ando viviendo el ocio... Y nuestro amigo Pieper no me ha dado esa sed de filosofía que supuestamente surge... por eso estoy un poco Ockhamiano: NO MULTIPLIQUES LOS ENTES SIN NECESIDAD. Quizás por esa razón no te entiendo...

    Te voy a dejar con algunas preguntas que buscan un poco cuestionar la antropología de la que partes...Si buscamos un gozo insaciable ¿Por qué la felicidad no está en el placer? De acuerdo contigo que el dinero y el poder son vanos... Digo dinero, no riqueza. El dinero es vano porque no sirve para nada... más que intercambiarlos por bienes y servicios, el poder sí es bastante perverso.

    Pero no veo por qué sea malo buscar riqueza y placer. La riqueza y los placeres son bienes... absolutamente deseables y perfectamente válidos. La riqueza porque te permite satisfacer tus necesidades mientras generas riqueza en otros (tengo una noción no mercantilista de riqueza) ¿acaso no es eso suficiente amor al prójimo? Y los placeres son inevitables en cuanto el hombre no es un animal racional ni esas cosas, lo que distingue al ser humano es su contemplación estética...

    ¿Crees que hablo de placer por el placer? No, el placer en cuanto bueno...

    ¿No crees que si la felicidad se va llenando de pequeños detalles, es de pequeños detalles de placer?

    Repásate a Epicuro... yo lo amo y lo vivo criticando también... en él hay más detalles de la felicidad, bueno salvo Chesterton, que en muchos otros filósofos...

    También acuérdate de Sócrates....http://elalispruz.blogspot.com/2010/06/diotima-explica-el-origen-del-amor.html en este link está en forma de película una parte del banquete de Platón... algunas luces te dará...

    Si crees que felicidad es amor ¿no crees que el amor es más estético que racional? En fin... cuestiones y cuestiones...

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  2. AH Marce... te hablo así de la belleza porque no sabes lo duro que se siente una enfermedad que se llama "anhedonia", te imaginarás lo horrible... Por eso ahora me alegran quizás un poco más los atardeceres, la belleza femenina, las flores y algunas pocas cosas humanas...

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  3. Daniel, gracias por tu comentario y tus cuestiones.
    Entiendo cuando dices que la felicidad tiene mucho que ver con el placer, porque con el placer pasa, a diferencia de lo que pasa con el dinero, algo semejante a lo que pasa con la felicidad: que se busca en sí mismo y no por otra cosa. Sin embargo, pienso que no puede equipararse con la felicidad precisamente porque buscamos un gozo insaciable, así que la felicidad no puede estar en el placer, pues el placer nunca es pleno. Siempre existe, como mínimo el temor o la conciencia de que se va a acabar en algún momento.
    Tampoco pienso que buscar el dinero sea malo, de hecho yo lo hago. Lo malo es centrar en ello la felicidad, es decir, buscarlo como un fin en sí mismo. Precisamente el dinero es justamente para otra cosa, de lo contrario no sirve de nada. ¿De qué nos sirve un millón de euros en una isla desierta?

    Por otro lado, con el placer hay que saber bien de qué se habla. Cuando hablamos de placer se suele hablar de placeres sensibles. Cuando me preguntas si la felicidad está compuesta de pequeños placeres, diría que sí, pero no de placeres sensibles. Personas que tienen todos los placeres sensibles cubiertos (dinero, comodidades, comida, bebida, sexo, etc.) pueden sentirse inmensamente desgraciados. Si hablamos de placeres espirituales es distinto y en ese sentido sí que diría que la felicidad está compuesta de esas pequeñas cosas, aunque no las llamaría placer... precisamente porque son más duraderos y más plenos.

    Lo del amor, si es más estético que racional... Me gustaría entender mejor a qué te refieres.

    Un saludo!

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