Los caballeros tienen que emprender el camino. No pueden quedarse siempre en casa; es preciso que salgan al mundo y se enfrenten con él. It's a dangerous bussiness, Frodo. Por eso los caballeros son valientes. Creedme, lo más difícil es comenzar a andar porque nunca se sabe lo que se encontrará en el camino. Hay un instante de trepidación, ese que se da entre dar o no dar ese paso fuera, en el que se forja el caballero. Después será más o menos honrado, más o menos valiente, pero es ahí donde se hace caballero.
La vida muchas veces pende de un hilo, que pensándolo bien suele ser la representación de la duda. Es un sitio peligroso, que nos impide actuar pero que mantiene latente el principio de la acción. ¿Por qué digo peligroso? Porque podemos permanecer en él demasiado tiempo. No dudar, no preguntarse, no debatirse es no admirarse, es dejar de ser joven. Por otro lado, decidirse, emprender un camino, puede ser muy difícil porque no es simplemente cuestión de un "sí". Ya quisiéramos que fuese así de fácil, que dependiera de un sólo acto de la voluntad, pero de hecho la realidad es mucho más compleja. Entre el querer y el poder hay un abismo que no deja de sorprenderme, no sólo porque podemos querer imposibles -que es otro tema fascinante-, sino porque hay miles de cosas que no dependen de nosotros. Para construir el puente que salva el abismo se necesita algo más que las propias fuerzas.
A veces, lo que les pasa a los caballeros es que esperan demasiado tiempo el momento perfecto, las armas perfectas, que el caballo haya llegado a la madurez... y, sobre todo, esperan a haber adquirido al fin las fuerzas necesarias. Al final de la vida, todos dicen lo mismo: todos los caballeros son andantes, todos los caballeros se hacen en el camino a partir del momento que salen de sus casas. Cuesta un tiempo descubrir que no hay que esperar el momento perfecto, que no somos perfectos, ni siquiera los caballeros. Es cuestión de andar asumiendo el miedo... "El miedo a errar es miedo a la verdad", me dijeron cuando dudaba. No sé si aún hoy he logrado entender su sentido, pero muchas veces me ha ayudado a seguir el camino.
En cualquier caso, caminar y galopar, al menos, es siempre divertido.
Que la Providencia os acompañe,
EL DUQUE DE CAMELOT.
Sólo dos cosas:
ResponderEliminar1. De todas las cosas que nos enseñó Descartes la más importante es que la duda anula, por eso tuvo que improvisar una moral provisional.
2. Una frase de la última canción de Fito: "Lo que me llevará al final serán mis pasos, no el camino, ¿no ves que siempre vas detrás cuando persigues al destino?
Ahí queda eso. Cada caminante siga su camino!
Querido Duque:
ResponderEliminarcreo que vamos a quitarle su título. No puede continuar siendo sólo Duque (que por familia puede mantenerlo). A vuesa merced debería nombrársele Rey de Camelot. Y espero que vuestra persona esté preparada para tan alta dignidad...
Desde el reino de atopía,
el Conde de su dormitorio.
Raquel, acabo de escuchar la canción. No la conocía. ¡Me ha encantado!
ResponderEliminarY luego... caminante no hay camino...
Querido Conde:
ResponderEliminarMe honran enormemente vuestras palabras, pero prefiero ser Duque, me da más movilidad y va más de acuerdo con mis intereses. No pretendo reinar sino sólo ser guía (dux, ducis)... No quiero imponer nada sino sólo alumbrar caminos a aquellos que libremente quieran seguirlos.
Esperamos tenerle más veces en Camelot,
El Duque de Camelot.
Me asombra vuestra modestia, señoría... Sea como vuesa merced precise.
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