viernes, 30 de marzo de 2012

¡Gracias!


Así como el hábito no hace al monje, un premio no hace un escritor, y menos a un poeta. Pero siempre, por lo menos en los comienzos, es un buen impulso. Por eso, y por muchas cosas más, mi agradecimiento con Actividades Culturales, es grande. Si escribir es don, vocación y tarea, creo que casi nada merece tanto la pena como descubrir ese don, seguir tan alta vocación y cultivar esta insondable tarea.

Precisamente ayer leí este poema de Sánchez Rosillo, que fue un verdadero regalo. No sé si tengo el poder, pero sí que sé algo de esa alegría y la gratitud del corazón, de las que allí se habla. Creo que a todos los que nos gusta leer, de un modo y otro, sabemos a qué se refiere. Y es una gozada poder disfrutar con tonterías como un poema.

Una palabra y otra
Eloy Sánchez Rosillo

Qué poder tan inmenso y qué sencillo
le resulta ejercerlo a aquel que lo posee.
Ni el más grande monarca pudo nunca
decidir de manera semejante.
Ilusión y deseo, papel, pluma,
y decir poco a poco lo que ahora está ocurriendo,
lo que tus ojos ven, lo que piensas o sueñas,
tu verdad de este día. Y nada más.
Así se hará el poema, si la buena fortuna
te acompaña y decide que de un hombre
brote una luz tan alta y verdadera,
tan pura y para siempre. Es increíble.
Una palabra y otra, y una música
pequeña y suficiente. Y va surgiendo
delante de tus ojos, de tu asombro,
una tarde con sol, un pájaro, la lluvia,
la luna, una muchacha, la hierba, el mar, la nieve.
En el camino hay mucha incertidumbre,
pasos titubeantes que no saben
si se aproximan al lugar del canto
o si de allí se alejan de forma irremediable;
la vida en vilo hasta que todo acaba.
Después ya sólo queda la alegría
y un corazón con mucha gratitud.

martes, 27 de marzo de 2012

Solitude (X)


(Via)


He disfrutado en grande leyendo "Oír la luz" de Eloy Sánchez Rosillo. Últimamente me sobreviene con cierta frecuencia esa sorpresa imponderable, tan propia de la niñez, cuando se descubre algo nuevo. Es una delicia, uno de los placeres del vivir, descubrir algo que realmente te gusta: un escritor, un grupo de música, una canción, un blog. Me ha pasado en este último mes de una manera inusitada. Quizá es que aún soy lo suficientemente ignorante para tener prácticamente todo por descubrir y lo suficientemente filo-filósofa para aceptar con agradecimiento los nuevos descubrimientos (y percatarme de dónde hay una fuente que no cesa de manar agua). Este último mes han sido Amalia Bautista, Chesterton, The Dawes, Megafaun, y un etc., por no dejarme nada fuera.
Con Sánchez Rosillo, que es a lo que voy, he leído unos poemas en los que late esa "solitude" de la que he intentado escribir un poco. Esa soledad necesaria, pero tan llena de contenido, que brilla por sí sola en la oscuridad del dolor solitario. La soledad que se precisa para "oír la luz" en un momento único, de silencio cósmico, que sólo acontece ante la contemplación de la magnitud abrumadora del espacio y el titilar cálido las estrellas.
Hay un poema en concreto que me parece definitivo, no porque me haya resultado completamente novedoso, sino precisamente porque ha sido la expresión perfecta de algo en lo que he pensado muchas veces. La diálectica entre los dos ideales de contemplación (soledad/autarquía) y amistad (compañía); la admiración, que comienza como un ejercicio solitario, pero que sólo llega a su culmen en compañía... Stanislaw Jerzy Lec, que recientemente me acompaña, lo dice de modo fantástico en un frase, que le da sentido tanto a la lectura solitaria (por la luz que se enciende en nosotros cuando leemos una idea "nuestra" que nos llega vestida de otra voz), como al salir fuera con los amigos (por la luz totalmente nueva, y que custodiamos enseguida, cuando una persona querida engendra en nostros una nueva voz): "nos gusta que nuestra voz interior nos llegue del exterior".
El poema de ESR es una muestra más de que los poemas más míos, como diría EGM, los han escrito siempre otros poetas. Aquí está todo: la necesaria soledad, estimulada por la compañía; la búsqueda a solas —a veces a tientas— y la mirada de la amada, que recoge los frutos inmediatos de el solitario viaje, que de lo contrario se agostarían.

EL VIAJE
Eloy Sánchez Rosillo

Saber que estás ahí, mientras trabajo
en el cuarto de al lado, mientras busco
a solas el poema, me estimula,
me da ilusión y fuerza y esperanza.

Yo me voy a mis sueños y me adentro
por inciertas regiones en las que nunca estuve.
No admite compañía esta aventura:
es preciso estar solo para hallar lo que importa.

Me pierdo en ocasiones, pero a veces encuentro
extrañas maravillas que nadie ha visto antes.
Por favor, no te vayas y espera mi regreso;
tu serás cuando vuelva, la primera en mirarlas.

domingo, 25 de marzo de 2012

25 de marzo

Da vértigo pensar en todas estas cosas un día como hoy. Es como si de repente me encontrase en un tiempo suprahistórico, ajena a toda la realidad, viendo el pasado, el presente y el futuro en un único instante de pensamiento divino. Como si hoy, de repente, todo —cualquier imposible— fuese realmente posible. Un día, aunque sólo sean cábalas, de redención. Y encima, hemos comenzado el verano. Pedid y se os dará.

“El punto de partida para la fijación de la fecha del nacimiento de Cristo lo constituye, sorprendentemente, la fecha del 25 de marzo. Por lo que sé, la mención más antigua al respecto se encuentra en la obra del escritor eclesiástico africano, Tertuliano (c.150-c.207) el cual presupone, evidentemente, como tradición, que Cristo sufrió la muerte en la cruz el 25 de marzo. En la Galia se mantuvo esta misma fecha todavía en el siglo VI como fecha inamovible para la Pascua.

En un escrito del año 243, también de procedencia africana, sobre el cómputo de la fecha de la Pascua, encontramos en relación con la interpretación del 25 de marzo como día de la creación del mundo, un cómputo muy peculiar del día del nacimiento de Cristo. Según el relato de la creación, el sol fue creado el cuarto día, es decir, el 28 de marzo, por consiguiente, este día habría de ser considerado como el día del nacimiento de Cristo, el día que ha visto surgir el verdadero sol de la historia. Esta idea llega hasta el siglo IV, con la variante de que el día de la Pasión y el de la Concepción de Cristo se consideraban idénticos, por este motivo el 25 de marzo se celebraba el anuncio del ángel y la concepción del Señor por obra del Espíritu Santo en el seno de la Virgen María.” (Ratzinger, J., “El Espíritu de la Liturgia”, Ediciones Cristiandad, Madrid, p.129-130).


viernes, 23 de marzo de 2012

Primavera

Entre las ramas
los pájaros se esconden:
Cantan los árboles.

viernes, 16 de marzo de 2012

Rimadora

Todo comenzó con una frase de Tomás de Aquino que en su contexto me impresionó hondamente. Tanto, que la recordaba como un endecasílabo: "Nadie puede vivir en la tristeza". Así que decidí escribir un poema. Cuando volví a buscar la frase, en el mismo sitio donde la había leído, vi que en realidad era menos poética: "Ningún hombre puede habitar en la tristeza". Lo de habitar sí que sonaba mejor. Pero sólo ahora me doy cuenta de que hubiese cabido perfectamente en mi endecasílado. En todo caso, infeliz de mí, intenté lo imposible: hacer rimar. Y más. En un soneto. En seguida lo dejé —me gusta lo suficiente la poesía para no cometer un crimen— y bajé un escalón: intentar con la rima asonante y tres cuartetos. Poco después, decidí volver a intentar lo del soneto. Así que aquí dejo los dos resultados. Sólo sé que no sé nada, es decir, que algo va mal, pero no sabría muy bien decir el qué. Supongo que es cosa de la rima —con la que nunca me he sentido muy cómoda— y la prisa abrupta por poner un punto final.

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"Nadie puede vivir en la tristeza”,
dijo el santo y sabio Tomás de Aquino,
como quien se lo dice a un amigo
con la misma confianza de quien reza.
Hoy me lo repito con la fuerza
de una canción sabida desde niño
que entona, machacona, un estribillo,
sobre mi vida llena de flaquezas.
Lo único que te pido en mi pobreza
es que te acuerdes de que soy tu hijo,
no me dejes, desnudo, sin tu auxilio,
solo entre las lágrimas de la tierra.


“Nadie puede vivir en la tristeza”,
dijo Tomás de Aquino, sabio y santo,
con la sinceridad propia de un canto
y la alegre confianza de quien reza.
Tú conoces, Dios mío, mi pobreza,
la soledad que a veces duele tanto,
la sed inagotable, incluso el llanto,
que me impulsa hacia ti y a la belleza
escondida en la cruz, ese estandarte.
Para sobrevivir aun sin aliento
necesito que pongas de tu parte,
concédeme la fuerza que no siento
para vivir de fe, sin preguntarte
si vivo para ti o sólo miento.

domingo, 11 de marzo de 2012

Gran experiencia

Kalon: La necesidad de lo inútil


First International Youth Philosophy Workshop


10 de marzo – Aula FEUN de Bibliotecas


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Una experiencia única, como dice Uuq, ha sido el primer congreso de Filosofía Joven. Para mí, ha sido un renacer filosófico. Retomar aire, volver a aquellas ideas, que a veces parecen un tanto ingenuas, acerca del diálogo, la apertura, el pensamiento libre, el trabajo intelectual, la filosofía "entre amigos".


La temática ha girado en torno a la belleza y la necesidad de lo inútil. En las tres primeras comunicaciones hemos reflexionado acerca de la maternidad como un contrapunto a la mentalidad moderna, donde parece que lo que prima es el principio del resultado; de la belleza como motivo de la libertad, y el amor humano y divino como lo único que dota de sentido la vida; y el arte después del fin del arte, en el que se ha refugiado la filosofía y nos plantea nuevas preguntas sobre nuestro ser y nuestra nada.


El coffeebreak, increíble. ¡Con pastas incluídas! (Creedme, para los filósofos —estudiantes (o no)— es un lujazo).


Y después... la presentación de Fluxpics, la fluxificación irremediable. Un blog que es más un blog. Es una revolución. Un nuevo concepto del arte... a la vez que es arte en sí mismo (y reflexión filosófica). Las explicaciones son innecesarias, van contra el Fluxus. Se capta o no se capta, se ve o no se. Es lo líquido, lo no-logocéntrico, que fluye en un instante, en el límite entre lo efímero y lo trascendente. En fin. Pasen y vean. Y diviértanse, que de-eso-va (aunque es una cosa muy seria).

En la última tanda de comunicaciones las reflexiones han sido igualmente interesantes. Primero, acerca de la belleza de la naturaleza y la biomímesis, y la necesidad de vincular las ciencias y las letras, ampliando la racionalidad de compartimentos estancos; después, sobre la política clásica y la moderna, en las que se puede establecer una analogía con el concepto de icono e ídolo, respectivamente; y para terminar, nos adentramos en la Poética de Aristóteles, en la mímesis de praxis, y la relación con el concepto de trabajo y acción en la filosofía de Hannah Arendt.

Entonces, concluimos el congreso, pero continuamos con la auténtica kalonización y la fluxificación, que se extendió a lo largo de la comida y el improvisado —cómo no— visionado de Philosophy painting y los aún inéditos Poema a Bo-lo-nia y el Mito de la Caverna.


En fin, ¿conclusiones? Que ha sido una gozada. Y hay repetirlo. Sin duda.

viernes, 9 de marzo de 2012

Last one. Before bed.

Brilla la luna
y sin embargo sigo
andando a tientas.

jueves, 8 de marzo de 2012

Tales de Mileto

Ya nadie sale
a contemplar la luna y
caerse a un pozo.

Backwards

¡Maldita sea!
Ir caminando a casa
sin ver la luna.

Cuéntame

Nunca nos muestras,
luna, tu lado oscuro.
¿Cómo lo haces?

jueves, 1 de marzo de 2012

Solitude (IX)


No hay nada más ajeno a la naturaleza de Dios que la soledad. Por eso, si bien la Trinidad es un misterio inabarcable, al menos resulta bastante inteligible que Dios no sea simplemente el pensamiento que se piensa a sí mismo, así sin más. Es eso, sí, pero un pensamiento que es amor fecundo, que engendra y, encima, subsiste. Es Familia.
Para el ser humano, en cambio, la soledad es un sentimiento familiar —seres paradójicos, al final y al cabo—, que nos acompaña siempre. Por mucho que estemos acompañados, siempre hay un resto de soledad, porque el yo más íntimo es incomunicable. Y por muy solos que estemos siempre queda un recinto, aunque no lo sepamos, ni lo queramos, donde está Dios. El único que conoce ese ser intímisimo. "Eres más íntimo a mí que yo mismo", diría san Agustín. La soledad, de algún modo, nos constituye tanto como el amor. Al menos en esta tierra. Por eso Cristo, al hacerse hombre y asumir todas nuestras miserias y dolores, asumió también la soledad más tremenda. Una soledad humana, que para Él, que también era Dios, no podía menos que ser una soledad absoluta. Una soledad que un hombre tan sólo puede probar, pero no beber hasta las heces.
Cristo —que era Dios— había estado siempre tan unido a su Padre, con una unidad y una cercanía tan profunda, tan íntima, que nosotros, seres solitarios por condición, no podemos llegar a imaginar y mucho menos a comprender. Por eso cuando llega el momento, el peor de todos, cuando la angustia llega a su punto álgido y el Padre abandona al Hijo, la soledad de Cristo se hace grito que desgarra hasta las tinieblas: Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?. Es una soledad tan humana, tan divina que rompe el corazón de Dios. Sólo quien puede llamar "mío" a Dios con absoluto rigor —tan mío que es de mí mismo— puede sentir la soledad absoluta, la que nadie más sentirá, porque el que la padeció en sus entrañas no dejará que nadie más la enfrente desarmado. (El arcoiris, con todo lo bello, aquí se queda corto).