Nunca había abandonado el blog durante tanto tiempo. En un principio tenía mis motivos. Estaba recogiendo fuerzas, volviendo a las raíces, tomando aliento. Llenándome de temas para hablar y escribir. Este ha sido un gran año en estos asuntos y aunque el blog no haya sido el más elocuente reflejo, los que me conocéis habréis visto algo. Después de años he vuelto a escribir un par de poemas y he tenido muchos temas rondándome la cabeza. Muchos lo habéis notado. Por eso hoy os escribo a vosotros, que aunque seáis pocos, con casi todos me une una amistad más o menos estrecha que realmente reverencio.
Creo que era Marcel Proust el que decía que todo paraíso es un paraíso perdido. Y estos últimos días he mirado hacia Camelot como un verdadero paraíso. Hay demasiadas cosas aquí. Ha sido mi castillo de juegos, mi "excusa", mi "desaguadero", mi oportunidad de hablar con vosotros. Pero ahora las palabras se me escapan como el agua. Y esta vez me pregunto, ¿será otro paraíso perdido más? En el fondo no lo creo. Pero por ahora -no sé por qué- siento que el blog se me va de las manos, por mucho verano y tiempo que quede por delante para escribir y leer. En algún momento volveré, por eso no quiero despedirme, ni cerrar el blog, ni desesperar de la escritura. A veces el silencio es más elocuente, aunque no sea ese silencio que tanto he deseado (¿os acordáis?). Más que una despedida es una especie de súplica a vosotros, que os tomáis la molestia de daros una vuelta por aquí de vez en cuando, para que no os vayáis muy lejos. Volved por aquí alguna vez. Quizá el Duque haya vuelto a su sitio. Quizá vuelva aún más viejo, más sabio, más maduro... o simplemente más necesitado de la compañía de su pueblo.