miércoles, 1 de junio de 2011

Vera philosophia


Un filósofo vive para la verdad, así como un artista para la belleza y un religioso para el bien. Y, en definitiva, todos viven para lo mismo. Todos viven, fundamentalmente, para dar un testimonio.
Hoy celebramos san Justino, mártir, un filósofo del siglo segundo después de Cristo, que tras una larga búsqueda intelectual se topó con la verdad y reconoció el cristianismo como la vera philosophia. Y es que el pensamiento no debe estar solamente orientado hacia la verdad, sino también, en cierto sentido, guiado por ella. Por eso hablar de pensamiento cristiano no implica un sesgo filosófico, si se entiende bien, sino un modo de pensar que busca la verdad no como una conquista sino como un don. Pues la verdad, y eso que estamos hablando de un Padre apologista, antes que defenderla se ama. Sólo el amor a la Verdad -esto es la Filosofía- puede dar suficiente fuerza para morir, como Justino, por defenderla.
Para Justino la verdad era una Persona, de quien procede todo lo que puede llamarse verdadero. Que la verdad sea una Persona es algo mucho más grande de lo que podemos imaginar, es quizá de las cosas más impresionantes que podamos conocer, o siquiera atisbar. Que todas las verdades procedan de Él, tener la certeza de que la verdad no es un constructo y saber que contamos con Su ayuda para alcanzarla, es el único modo de andar por caminos seguros en la filosofía, que es un quehacer nada sencillo.
La búsqueda de la verdad es un oficio arduo y mal pagado, y son pocos los que quieren sufrir estos trabajos. Santo Tomás lo dice al principio de la Summa contra Gentiles: Hallar la verdad "es fruto de una diligente investigación", que sólo se halla "con dificultad y después de mucho tiempo", y que además puede verse impedida "por una mala complexión fisiológica", "por el cuidado de los bienes familiares", "por pereza", "por el vaivén de los movimientos pasionales" que hacen el alma no esté en condiciones para conocerla, "por la debilidad de nuestro entendimiento", etc. Y sin embargo, conocer la verdad es a lo que todos estamos llamados, lo único que vale la pena. Sin la ayuda divina, por la sola vía racional, "la humanidad permanecería inmersa en medio de grandes tinieblas de ignorancia", dice santo Tomás, "y el conocimiento de la verdad lo lograría solamente algunos pocos, y éstos después de mucho tiempo".
Por esto Cristo, al revelarse como verdad, nos muestra una vera philosophia y nos enseña el camino para hacernos con ella. Con el panorama anterior, la verdad se presenta como algo demasiado arduo y lejano para ser alcanzado con nuestras propias fuerzas; con la Revelación cristiana, la verdad está a la mano, y se muestra como una liberación, como una apertura radical a toda la realidad.
San Justino, en su búsqueda filosófica, se encontró con un anciano que le dio el mejor consejo de su vida, que es una tarea para todos los que buscamos la verdad: "Tú reza ante todo para que se te abran las puertas de la luz, pues nadie puede ver ni comprender, si Dios y su Cristo no le conceden la comprensión" (Diálogo con Trifón 7,3).
Por eso hoy, como filósofa y cristiana, celebro su fiesta. Y, además, con agradecimiento. Porque a él le debemos ese primer acercamiento -¡tan necesario!- entre la fe (que al final le llevó a la santidad) y la razón (que hizo de él un sabio). Todos, desde entonces, hemos bebido de ese empeño. Y muchos aún vivimos para ello, para lograr esa unidad intelectual y vital que tiene como fin y el amor y el conocimiento de la Verdad. Sí, con mayúscula, que no es otra cosa que la eudaimonia de la que tanto hablaba Aristóteles, unos cuantos siglos antes de Cristo.

4 comentarios:

  1. Marce Duque de Camelot Ramírez... no voy, como tu amigo, a escribirte tres palabras que significan lo mismo. Me parece que tiene algo de cierto, aparte de lo poético y hermoso, porque la verdad es el mismo bien o la misma belleza.

    Sin embargo, no es confíe más en la razón, pero sí en la capacidad del hombre de conocer algo de verdad por sus propios medios. La cuestión es si fuera tan imposible ¿por qué hubo tantos sabios como Sócrates, Platón, Aristóteles (te lo reconozco porque toca), Tales, Parménides, Heráclito, Epicuro, Cicerón? ¿No son filósofos anteriores a Cristo? Efectivamente estos autores leídos con la "iluminación" cristiana, dan maravillas como San Agustín o el mismo Santo Tomás.

    Pero si fuéramos tan incapaces de encontrar la sabiduría ¿qué habrían podido sacar un montón de griegos hedonistas dedicados a la tarea de mirarse al espejo todo el día? ¿Qué habría salido de Roma de un montón de lujuriosos y amantes del poder, la dominación y la gloria?

    Podrías decir dos cosas, una que tenían a Dios (aunque no lo conocían ni al nivel de los judíos), lo cual es posible porque eso era lo que movía a actuar a Sócrates. O que la inteligencia humana también es capaz de grandes proezas. No te lo digo como lo hace la estúpida modernidad que cree que piensa dizque porque no tiene a Dios, algunos lograron pensar sin Dios (Epicúreos), pero no tener a Dios no es causa de pensamiento. Para mí sería una gran pérdida porque sin Él por la experiencia he conocido que ni sé, ni soy nada.

    En fin te dejo con el ánimo de que te obsesiones pensando una respuesta dear Marce ;-). ¿Cuándo vienes?

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  2. Respecto a este pequeño "debate" que se ha abierto me parece que realmente es necesario poner de manifiesto ambas cosas: la capacidad racional del hombre para conocer cosas verdaderas, al mismo tiempo sin confundir eso con una verdad absoluta.

    Razón, por supuesto, pero reconociendo sus límitaciones tal como pone de manifiesto la posmodernidad. Sin embargo, reconocer esto no debe hacernos caer (como caen muchos) en la desesperanza puesto que parece que tenemos más ayuda que la sola razón.

    En este sentido me parece muy acertado eso que dice Marce de buscar la verdad, pero, principalmente dejarse guiar por ella, dejar que la Verdad nos posea.

    Un saludo!

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  3. ¡Gracias a los tres por comentar!
    Perdón por haber tardado un poco en contestar pero he estado fuera todos estos días, desconectada del mundo virtual.

    Por supuesto que yo confío plenamente en el poder de la razón para alcanzar la verdad, pero sin la fe anda como a tientas. Los sabios como Sócrates, Platón, Aristóteles llegaron a verdades ciertas y profundísimas, pero no a la plenitud de la verdad. Y eso es lo que aporta la Revelación: plenitud. Podemos quedarnos con lo decían ellos, y bien. A partir de ahí, con esa luz, podemos seguir adelante, pero lo que abre el cristianismo son unos horizontes nuevos. Simplemente da MÁS LUZ, lo cual significa que antes no la hubiera.

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