sábado, 9 de enero de 2010

Los Reyes Magos


Esta Navidad me he hecho muy amiga de los Reyes. Me ha costado años fijar mi mirada en ellos y ahora, por fin, los he redescubierto. He pensado en su viaje, en todo lo que eso implica, en las aventuras qu pudieron haber pasado y en su alegría al encontrar al Niño. Vamos, que me han parecido muy simpáticos y este año les he pedido que quería ser como ellos, que me permitieran viajar con ellos.

El caso es que al parecer yo también les he parecido simpática y me han traído... una brújula. Sí, una brújula. Ya lo sé, a mí también me ha desconcertado. ¿Qué podría hacer yo, estudiante urbana de filosofía, con una brújula? Mi única respuesta es que los pobres Reyes no querían que yo pasara sus mismas dificultades y se han encargado de proveerme de un elemento del que ellos carecían: una brújula. Y es que, en el fondo, pensándolo bien, eso de emprender un viaje que duraría meses, montados en camellos (que supongo serán más lento que un caballo), a través del desierto, y encima guiados por una estrella, tiene sus peligros. ¿Qué era de ellos durante el día sin la estrella y qué si ésta desaparecía? Ya sabemos que esta "gracia" de la estrella perdida no trajo nada bueno... Herodes, los inocentes, etc.

En cualquier caso, andar con una brújula tiene que ser mucho más seguro. Así que gracias, queridos Reyes, por vuestro regalo. Así cuando haga mi viaje desde Occidente, nada de estrellas inconstantes, eso era otra época y una brújula "mola" más. Supongo que eso de los camellos también habrá que repensarlo, pero bueno, de eso ya hablaremos el próximo año.

En fin, aún no salgo de mi sorpresa y he pensado en diez cosas que podría hacer con una brújula en caso de que el viaje a Oriente, al mejor estilo Rey Mago, fracase.

1. Utilizarla en una conferencia con gente joven. Así cuando use la famosa frase "¡busca tu norte!", podré enseñar la brújula en vivo y en directo y dejarla en préstamo a aquel que se decida a encontrarlo.

2. Utilizarla como una regla "guay", pues tiene una parte que mide hasta 5 cm y otra que mide hasta 3 pulgadas.

3. Amplificar letras muy pequeñas con una minilupa incorporada (tipo mirilla) que aún no sé para qué más sirve.

4. Fanfarronear con ella, presumiendo todas las selvas que he recorrido con su ayuda, sin perderme jamás.

5. Irme de excursión a la montaña y, en mitad, pararme, sacarla y mirar al horizonte con aire circunspecto, sólo para ver qué se siente.

6. Coger un mapa de Pamplona, disfrazarme de Indiana Jones y encontrar la forma más complicada de llegar hasta la Plaza del Castillo.

7. Llevar la brújula en el cuello (con la tira amarilla diseñada expresamente para este fin) y así recordar siempre a los Reyes Magos... su perseverancia, su fe, etc.

8. Probar su eficacia y pedir que me dejen en un lugar desolado con un mapa y la brújula, para ver cuánto tardo en volver a casa.

9. Llevar una cámara conmigo y preparar un post para el blog con la cara de la gente cuando les diga que tengo una brújula.

10. Tomarme en serio esto de la brújula y averiguar cómo funciona. No vaya a ser que llegue un día en el que diga: "¡Rayos! Si tan sólo tuviera una brújula aquí conmigo y supiera utilizarla..."

3 comentarios:

  1. Espero que te trajeran algo más aparte de la brújula, aunque me parece un regalo chulo.

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  2. Ah! Que sepas que usé tu experiencia con los Reyes para una charla con gente joven, les hable de encontrar el norte y les hablé de tu nueva brújula!

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  3. Jo, Marce, yo también tengo una brújula desde hace años y años, y creo que nunca he sabido usarla. Intenté aprender, pero creo que era algo demasiado difícil para una niña tan pequeña. Sin embargo, creo que es hora de volvera a intentarlo, sobre todo porque Madrid es una ciudad bastante más grande que Pamplona, y las selvas de asfalto pueden ser más temibles que las amazónicas.

    Bueno, me voy a estudiar, que ahora soy yo la que está de exámenes.

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