Sin embargo, pienso que aquí y ahora la admiración suele ir acompañada de una cierta soledad y un cierto sabor de vacío. Nadie nunca nos ha enseñado a contemplar y mucho menos a apreciar su valor, por eso cada vez hay menos admiradores (quizás más idólatras) y más hombres grises.
Seguro que a más de uno le ha pasado lo de Mafalda: se ha emocionado con algo pequeño e inmediatamente ha buscado en vano una mirada alrededor con quien compartirlo. Por eso cada vez me alejo más de "la autarquía del sabio" y me inclino más a eso de que "sin amigos nadie querría vivir". La alegría fruto de la sorpresa no pierde su fuerza al no encontrar otro admirador, pero tampoco llega a ser más plena. Al final es inevitable sentir ese sinsabor de algo que no ha sido completado. Por eso pienso que la Filosofía es un vaivén entre uno y otro extremo, el objeto de los mayores amores y las mayores penas.
No pocas veces la experiencia de la soledad se hace sentir, la ceguera que nos rodea y el propio egoísmo ante la duda de si deberíamos ocuparnos de otras cosas. Es muy fácil desertar de la Filosofía. Siempre hay tentaciones, siempre hay dudas... y un poco de miedo, el miedo propio del misterio, propio de algo que nos supera infinitamente, que no merecemos. Es fácil desertar. Pero hay que decidirse y convencerse desde el principio: en este camino no se puede andar por senderos firmes, perfectamente señalizados, alumbrados y recorridos. Por eso siempre hay espacio para el asombro, para descubrir lo escondido y volverse a sonreír ante lo mil veces visto. Es imposible hacerse viejo con la Filosofía, es preciso cuidar y cultivar la mirada de niño. Cuando esta se pierde surgen los nihilismos y escepticismos. Es entonces cuando se pierde la fe, cuando ya no se encuentra la chispa del admirarse, cuando se renuncia a aceptar que puede existir un camino verdadero que no brinda desde el principio todas las certezas (por eso el nihilismo no da cabida a la esperanza). Quizás es también entonces cuando llega el cansancio, la soledad se hace más patente y ya no queda más nada.