04/08/2016 |
Hace dos semanas llegué a Washington DC. Dos semanas es aún poco tiempo y no quisiera hablar de presagios, aunque, en el fondo, sí quisiera que el cambio de residencia, de idioma, de oficio marcara el comienzo de una etapa renovadora y fructífera. Quisiera volver a leer más poesía, escribir nuevamente en el blog y, en definitiva, empezar/terminar de perfilar mi camino filosófico: tras cuatro años de ser profesora vuelvo a sentarme en las aulas como estudiante.
Un cambio tan grande es siempre ocasión de despertar el asombro, fijarse en pequeños detalles, dejarse sorprender por lo desacostumbrado. No conozco mejor método que la escritura para reflexionar, "ponderar las cosas en el corazón" y dejar que ese asombro deje pozo. Un diario personal bastaría, pero de alguna manera mis intentos diarísticos me han llevado al hastío. Creo que a la larga necesito que la escritura sea realmente un diálogo, dejar una puerta abierta a que alguien pueda decir algo. Ahora nadie comenta en los blogs —yo a duras penas lo hago—, incluso dudo que haya quien todavía los lea —y este no tiene nada en particular que lo haga particularmente valioso—, pero quiero, sobre todo, ejercitarme. Sacar tiempo. Ponderar. Pensar. Escribir. Es lo que quiero que sea una nueva etapa.
Por aquí hay alguien que te lee siempre, querida :)
ResponderEliminarQue alegria volverte a encontrar por aqui
ResponderEliminarDisfruto mucho de tus articulos, siempre los busco y me deleito con su lectura.