Hoy, entre otras cosas, se cumple el
centenario de la muerte de Rafael Pombo, un poeta colombiano, muy famoso entre
los niños. Todos hemos crecido con él. Todos nos hemos aprendido de memoria, y
recitado e incluso actuado, alguna de sus fábulas en rima. Las más famosas
están escritas en versos endecasílabos o dodecasílabos, a punta de pareados. Mi
infancia tiene ese sonsonete —del que me ha costado librarme— como música de
fondo.
La fábula por excelencia es "El
Renacuajo Paseador", recitada hasta la saciedad, pero también están
"La Pobre Viejecita", "Simón el Bobito",
"Pastorcita", entre otras cientas.
Pero no es por eso que todos los
colombianos compartimos por lo que le tengo un aprecio especial, sino por un
recuerdo personal, unido a uno de sus libros Fábulas
y verdades. Era el único libro "gordo" que teníamos en casa
que me pudiera interesar. No sé cómo llegó allí, pues mi casa estaba plagada de
libros de contabilidad y estadísticas (esto es lo que tiene tener unos padres
matemáticos, no especialmente interesados en el mundo de las letras).
Probablemente fue una compra de mi padre, que fue quién me lo presentó, antes
de aprender a leer. No era una edición bonita, de esas que hacen ahora llenas
de imágenes para niños y pasta dura. Era más bien feucha, reconozcámoslo, una
portada de pasta blanda, color lila desvaído y un dibujo en blanco y
negro (creo) nada llamativo. Buena encuadernación, eso sí, pero la letra y el
formato —cada poema empezaba en el mismo punto donde terminaba el anterior— hacía
que los poemas, tan llenos de luz y buen humor, deslucieran un poco.
Dado que llegué a él —o él llegó a mí,
a través de mi padre— antes de haber aprendido a leer, la forma me importó
poco. La voz de mi padre le daba todo el color que le faltaba al libro. No
recuerdo que me leyera mucho. Tan sólo alguna vez y "los de siempre",
los que todos hemos escuchado una y otra vez. Al fin y al cabo el libro no era
para niños, aunque muchas de sus poesías fueran infantiles. Por eso, más que lo
que allí encontré, al libro le debo más bien la voz de mi padre, de quien
aprendí —gracias a Pombo— una de mis primeras oraciones: "Oración
del niño al acostarse" (aparece al final de la página que abre el link). No
era una oración sin más, otra de tantas. Esta vez Pombo no me decía lo de
siempre ("El hijo de Rana, Rin Rin Renacuajo / salió esta mañana muy tieso
y muy majo..."), sino que me enseñaba a rezar. Más aún, una oración que
tampoco era de las de siempre, esas que todos se sabían, que pasaban por tantas
bocas. Esta oración la sentía mía, personal, exclusiva. Por esto, creo que con
Pombo aprendí a rezar, de verdad, en un sentido personal, aunque sólo mucho
tiempo después comprendiera el significado de "menesteroso" y qué era
eso de "despertar en el seno del Señor". También fue después cuando
descubrí que mi padre me engañaba y me hacía decir "por mi abuela te
ruego", aunque en el original dijera "por mis hermanos te
ruego". Supongo que cuando no tienes hermanos y sólo una abuela (a los
otros tres no los conocí), da igual romper la métrica octosílaba. Ahora —aún lo
rezo— he vuelto al original, pues al fin y al cabo hermanos somos todos los
hombres (y, sinceramente, suena bastante mejor).
En el 2007, los mejores cantantes
colombianos (Carlos Vives, Juanes, Fonseca, Andrés Cabas, Aterciopelados...)
musicalizaron, con gran maestría, algunas de las principales obras del poeta
colombiano y produjeron "Pombo Musical", un CD muy estiloso (nada que
ver con mi pobre edición libresca), con el que le rendían homenaje. Un homenaje al
que hoy nos unimos todos.
(La mejor canción,
en mi opinión, es "Modelo
Alfabético", aunque no forme parte de mis
poemas de infancia. Muy carlosvivesca, que es casi como decir muy
colombiana).
Muchas gracias! tengo que confesarte que mis experiencias con Pombo son muy similares, es más el año pasado estudiando un poco de literatura, cayo en mis manos "la hora de tinieblas".
ResponderEliminar(si eres una de esas "existencialistas con fe" te lo recomiendo)
No encuentro la oración qué dices (me siento corta)
ResponderEliminarTienes razón Uuq, el link no es preciso. Una vez que estés allí, vete a la página 71, ahí esta, al final de esa página.
ResponderEliminarHe visto que "La hora de las tinieblas" también está en Internet. He leído unos pocos, ¡muy bueno!
¡Muchas gracias! Me ha encantado: me la he copiado para aprendérmela... ;)
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