La superluna
de una ciudad a otra
me ha perseguido.
Bucaramanga, 23 de junio.
Esta
es una historia mínima: Hoy, 23 de junio, he visto por primera vez la luna
llena desde un avión. Sólo pudo haber sido el mismo Cielo quien así lo
dispusiera.
Que
el viaje fuera, precisamente, el día 23, coincidiendo con el increíble fenómenode la superluna, cuando esta alcanza su mayor cercanía con la tierra y se le ve
más grande y brillante, guapísima; que en el último instante le cediera mi
asiento en el pasillo a un buen hombre que me lo pidió, sin saber que el suyo,
en la ventana, un poco más atrás, tenía una vista privilegiada; que en el
preciso momento en que estábamos despegando me acordara de que ya ayer la luna
se levantaba imperiosa y me saliera la más sentida jaculatoria, “¡Señor, que
pueda ver la luna!”, y que en efecto, contra toda esperanza, así fuera, no
podía ser simple casualidad. La Providencia me conoce.
La
escena a través de la ventana es tan sencilla como difícil de explicar.
Apareció cuando ya llevábamos varios minutos de vuelo, fue un triunfo íntimo
cuando la vi, primero como un reflejo, en la ventana del pasajero sentado
detrás de mí. Un ángulo poco cómodo para la contemplación, que en seguida tornó
en convertirse en una alineación perfecta con mi ventana, que daba precisamente
hacia el ala del costado derecho. También esto formaba parte de la función,
como si las luces del ala quisieran dar realce a la entrada en escena de la
luna llena, la superluna superestrella.
En
el extremo de las alas del avión hay unas luces blancas, brillantísimas, que parpadean, iluminando el cielo por instantes, con el mismo efecto del rayo que
precede al trueno. El cielo estaba nublado, de modo las nubes negras pasaban
rápidamente frente a la luna, envolviéndola de oscuridad por breves instantes.
Una nube y otra y otra. Y la luna se enciende y se apaga, se apaga y se
enciende, rápidamente, como las luces del ala, en una bella sinfonía. Casi se
podía escuchar, como si de una fuga se tratase.
A
veces la luna desaparecía y era notorio su vacío cuando dejaba de iluminar
nuestro paso y se desdibujaba su reflejo en las alas del avión. No sería gran
cosa, pero hasta el mar envidiaría el reflejo de esta superluna del 23 de junio
en el ala de un avión cualquiera, rumbo a esta tierra baldía.
Me
he acordado de los largos paseos en carro cuando era pequeña, mirando la luna
llena a través de la ventana, y el descubrimiento inquietante y gratificante a
la vez de constatar cómo ésta nos persigue adonde sea que vayamos. Los demás
automóviles, los postes en las carreteras, las casas al lado del camino, aun
las montañas se iban quedando atrás; la luna, en cambio, nos seguía el paso en
las velocidades de la autopista y se detenía, paciente, con nosotros, acatando
también el rojo del semáforo.
Poco
a poco la oscuridad terminó por devorar a la luna, pero la escena a través de
la ventana del avión permanecerá indeleble. Por primera vez he visto la luna directamente
sin tener que levantar la mirada. Este ha sido un encuentro más personal, cara
a cara, precisamente cuando la luna llevaba puestas sus mejores galas. Inmejorable.
¡Qué bueno, qué hermoso!
ResponderEliminar¡Y qué suerte más grande!
ResponderEliminarMaravilloso, Marcela!
ResponderEliminarDefinitivamente el cielo está a nuestra disposición y es gratis poder apreciar el arte con que fue diseñado.
ResponderEliminarDefinitivamente el cielo está a nuestra disposición y es gratis poder apreciar el arte con que fue diseñado.
ResponderEliminar¿Te he dicho que ahora, cada vez que miro la luna, me acuerdo de ti?
ResponderEliminarUn abrazo fuerte!
¡Que suerte tuviste! ¡Que envidia!
ResponderEliminarTe leo tarde Marcela, pero al fin te leo. Pasaba por aquí para releer con calma un artículo que volcaste aquí hace tres años hablando del invento del libro. Viendo tu última actualización de la Luna me he quedado. ¡Me alegra saber que hay otra lunática por el mundo! Siento envidia sana; me pasó algo parecido a la vuelta de Londres, pero en esa noche no se daba tal fenómeno.
ResponderEliminar¡Gracias por compartir esta bonita entrada!
Tenemos una gran compañía allí arriba y cuando no se la ve pienso que juega al escondite con las personas. ¡Un saludo!
La luna! Porqué diremos que "estoy en la luna" cuando no estamos en la tierra si ella es la más pendiente de su planeta!
ResponderEliminarLindo Marce. Lindo el recuerdo de tu niñez.
La luna! Porqué diremos que "estoy en la luna" cuando no estamos en la tierra si ella es la más pendiente de su planeta!
ResponderEliminarLindo Marce. Lindo el recuerdo de tu niñez.