domingo, 10 de febrero de 2013

El poema de un caballero

La última batalla ha sido especialmente intensa. Si es difícil valorar las pérdidas, más aún es valorar las ganancias. ¿Qué hemos ganado al ganar este combate? Mantener el campo de batalla lejos de Camelot, donde no podría soportar que se derramase una sola gota de sangre. Pero, ¿nuestros caballeros? ¿Cómo valorar el honor de nuestros combatientes?
Ayer, al volver de recuperar los cadáveres, Sir Lancelot me entregó un papel que pensó que me gustaría tener. Era un poema que encontró tirado en el campo de batalla. No sabemos —y así está bien— si lo escribió uno de los nuestros o del bando enemigo, y si ha salido vivo del combate. Aunque esas no las muestran con orgullo, también los caballeros tienen sus heridas en el alma. "Un cobarde", me dijo Lancelot. Un valiente, diría yo, si escribió esto y siguió luchando.

EL DUQUE DE CAMELOT.


Estoy a punto de entregar mis armas.
El camino es largo, la empresa dura,
pesada la carga de la soledad
que me legan los héroes caídos:
los combatientes intrépidos y firmes
hasta el fin. Mientras tanto, veo alzarse
la bandera del miedo y la tristeza,
vergüenza para un joven caballero,
fiel servidor de Dios y el rey. Mas es tarde.
Se apaga la lumbre. Ya duermen todos
la febril pesadez de los vencidos. 

1 comentario:

  1. Pobre sir Lancelot, es demasiado orgulloso y de juicio apresurado. Igual le daba vergüenza decir que lo escribió él (es broma, él no fue, eeeeeeh)

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